Esta guía te ayudará a entender y regular tus emociones, un paso fundamental para mejorar tu bienestar emocional y regular la ansiedad de forma saludable.
Tal vez creciste en un entorno donde expresar tus emociones no estaba bien visto. O aprendiste que sentir era algo que debía evitarse, esconderse o minimizarse.
Muchas personas aún creen que hay emociones buenas y emociones malas. Pero en realidad, todas las emociones son necesarias. Son como una brújula: te indican cómo estás, qué necesitas y cómo te relacionas con el mundo.
Todas las emociones son funcionales
En lugar de dividirlas entre “positivas” y “negativas”, es más útil hablar de emociones agradables y desagradables. No porque unas sean mejores que otras, sino porque algunas se sienten cómodas y otras no tanto. Aun así, todas tienen una función.
Gracias a las emociones, hemos sobrevivido como especie. Nos ayudan a identificar cuándo estamos a salvo… y cuándo no.
¿Para qué sirve cada emoción?
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Alegría: Te muestra dónde te sientes bien, en calma y en confianza. Se expresa con la sonrisa, el cuerpo relajado y la conexión con otros.
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Tristeza: Aparece cuando pierdes algo valioso. Las lágrimas, el llanto o el silencio son señales que invitan a otros a acercarse y ofrecer consuelo.
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Rabia: Te protege cuando sientes que te han hecho daño o hay una injusticia. Suele tensar tu cuerpo, preparar los músculos… te impulsa a defender tus límites.
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Miedo: Te alerta de un posible peligro. Activa tu cuerpo para que puedas escapar o protegerte. Tu corazón se acelera, tus sentidos se agudizan.
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Asco: Te ayuda a alejarte de lo que puede hacerte daño, ya sea algo físico o simbólico. Es una emoción de rechazo, de autoprotección.
Cómo entender y regular tus emociones para vivir con más calma
Primero necesitas identificar qué estás sintiendo realmente. A veces no es tan claro. Puedes pensar que estás enfadada, pero en realidad puedes estar triste o asustada. Nombrar la emoción es un paso muy importante.
Después, toca revisar qué haces con esa emoción:
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¿La reconoces o la ignoras?
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¿La compartes o la escondes?
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¿Intentas controlarla o aprender de ella?
Estrategias que ayudan vs. estrategias que bloquean
Regulación emocional adaptativa:
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Aceptar lo que sientes sin juzgarte
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Buscar soluciones reales al problema
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Reformular lo que piensas para verlo con más claridad
Regulación emocional no funcional:
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Reprimir lo que sientes
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Evitar el conflicto a toda costa
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Preocuparte constantemente por el futuro
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Quedarte atrapada en los mismos pensamientos una y otra vez
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Creer que debes tenerlo todo bajo control
¿Dónde aprendiste a regular tus emociones?
Mucho de lo que haces hoy con tus emociones viene de tu historia. Tal vez aprendiste que preocuparse era una forma de “querer al otro”. O que llorar era “ser débil”. O que si lo tenías todo bajo control, nunca te harían daño.
Estas son trampas emocionales. No naciste con ellas, las aprendiste. Y eso es una buena noticia: si las aprendiste, también puedes desaprenderlas.
El cambio empieza por tomar conciencia
Identificar tus patrones emocionales es el primer paso para cambiarlos. No se trata de dejar de sentir, sino de aprender a sentir diferente.
Una buena regulación emocional no significa que nunca sentirás ansiedad o tristeza. Significa que sabrás qué hacer cuando esas emociones aparezcan. Que podrás escucharlas, entenderlas y dejarlas ir.
Si no regulamos, el cuerpo habla
Cuando no gestionamos bien lo que sentimos, esas emociones no desaparecen. Se quedan dentro. Y pueden aparecer como:
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Bloqueos emocionales
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Conductas impulsivas o destructivas
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Pensamientos repetitivos o irracionales
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Ansiedad constante o sensación de vacío
¿Te cuesta regular lo que sientes?
Si a veces sientes que las emociones te desbordan, recuerda que no tienes que enfrentarlo sola. Aprender a nombrar lo que sientes, comprenderte y descubrir nuevas formas de gestionarlo puede marcar una gran diferencia.
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Un cálido abrazo,
Sabela Vázquez
Psicóloga sanitaria – Terapeuta EMDR – Especialista en sexología clínica y terapia afectivo-sexual
